Los garbanzos son el elemento básico de los potajes de vigilia, una receta que es considera, desde antiguo, por su gran valor nutricional y por que, en un único plato, nos encontramos con muchos elementos muy importantes para nuestra salud. En Semana Santa, se une la tradición con sus recomendaciones culinarias, como puede ser no comer carne, durante el viernes de Cuaresma. Todo esto va a contrastar con el hecho de consumir potajes, que son muy sustanciosos, para poder llevar a cabo largas y duras jornadas de trabajo. Esto ha llevado, hasta nuestros días, a que podamos disfrutar de sabrosos cocidos de garbanzos, bacalao, espinacas y una bola, que se parece a una albóndiga, que está formada por huevos, ajo frito, azafrán y pan, lo que hace que, con un sólo plato, nos encontremos con todo lo que nos podríamos encontrar en un menú.
Como hemos dicho, la base de estos platos son los garbanzos, que debemos poner en remojo, en agua templada, con un buen puñado de sal, al menos, 12 horas antes de realizar el plato. Una vez se hayan rehidratado, se deben sacar del agua, se deslavan con agua templada y se comienzan a cocer en una cazuela, que debe ser alta y amplia, con agua templada, que no debe haber hervido.
Foto: fuente
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