Una manera de preparar la salsa, para que no engorde tanto, es impregnar la pasta, con duchas salsas y dejarla diez segundos sobre un colador, con una rejilla fina, para que se cuele todo el exceso de aceite. Así, tendremos un plato mucho más ligero. También, si no queremos renunciar a la combinación de la pasta, con los lácteos, como pueden ser las salsas de salteados de setas con un poquito de nata, podríamos sustituir la nata por una de bajo contenido en materia grasa o por una salsa bechamel suave, que hemos realizado con leche desnatada. Esta salsa de bechamel se realiza con una porción de 15 gramos de margarina y unos 15 de harina. Todo lo calentaremos en un cazo. Cuando inicie el borboteo, debemos agregar 500 ml de leche desnatada. Esta salsa es ideal para acompañar con unos tallarinis, salteados con salsa fungi (de setas). La panceta que se emplea en la salsa carbonara se puede sustituir por un poco de magro de cerdo, que habremos cortado muy fino y la nata, que se emplea en el caso de la bechamel, se puede sustituir por leche desnatada. Un toque de pimienta blanca va a darle un punto de sabor único a la salsa. Y, no debemos olvidarnos de las salsas de marico. No hay mejor combinación que unas almejas a la marinera o unos mejillones en salsa verde, acompañando a unos tagliatellos o unos espaguetis, todo acompañado de alcachofas cocidas y salteadas, o con unas tiras de vainas, que han sido cocinadas al vapor y terminadas en la salsa con el marisco.
Foto: fuente
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