jueves, 19 de abril de 2012

Lograr salsas para pasta, mucho más ligeras


Cuando hablamos de platos de pasta, siempre se comete el error de pensar en platos llenos de calorías, que engordan mucho y que causan digestiones pesadas. Aunque es cierto que poseen un alto valor energético, a causa de sus carbohidratos, esto no debería ser un problema, para poder consumir pasta, dos veces a la semana, como recomiendan los nutricionistas. Lo importante es saber que las preparaciones con un exceso de grasas saturadas, como puede ser un salteado de bacón, panceta o chorizo, provocan que las salsas estén más sabrosas, pero, también, van a provocar que tengamos una digestión mucho más pesada y con un gran número de calorías, en nuestro organismo. Para poder evitarlo, lo mejor es planificar nuestro menú, teniendo en cuenta si el plato de pasta va a ser plato único, primer plato o segundo… Si va a ser un plato único, podremos acompañar la pasta con un salteado de verduras, un poquito de aceite de oliva y salsa de tomate. Podremos poner de guarnición unos pequeños trozos de pechuga de pollo salteada o unos lomos de atún frescos o salmón. Todas estas salsas, si queremos, se pueden hacer más ligeras. Las dos salsas más tradicionales son, sin olvidarnos de la salsa de tomate, la salsa de ajo y aceite y la salsa pesto. Con muy poquita cantidad, podremos impregnar la pasta de un sabor y de un aroma únicos, sin añadir muchas calorías. Todo gracias a saber poner la adecuada cantidad de aceite, la cantidad apropiada de queso de oliva rallado, albahaca y piñones –si apostamos por el pesto- y un poquito de aceite de oliva virgen, que vamos a aromatizar con láminas de ajo, en la salsa de ajo y aceite.
Foto: fuente

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